jueves, 15 de marzo de 2012

ARTIFICIAL


I

Desintegración es la idea del mundo: destruir, procesar, no dejar casi ningún indicio de lo que fue. El producto final, es artificial.
No puede haber un juicio de valor directo cuando apreciamos esto, simplemente contemplar lo hecho y observar como los hacedores, emulando según la vieja creencia a un dios creador, producen el artefacto. Es un escollo valorar antes de percibir con nuestros sentidos. El conocimiento está hecho de palabras cuando la experiencia sucedió. Por eso el saber que viene solo de las palabras carece de solidez.
Todo cuanto existe puede ser puesto en duda, porque vivimos en la incertidumbre, aunque nuestras creencias o enseñanzas no nos permitan ver la inconsistencia de la realidad. Cuánto más, podremos dudar de lo escrito, las imágenes de signos con significados y no la cosa en sí. Lo que se aprende por palabras (dichas o escritas), es una experiencia indirecta que merece una puesta en práctica para certificar su veracidad.
Entonces podríamos decir que el saber es artificial, está hecho por la humanidad, de retazos de experiencias directas e indirectas y se rememora en forma de palabras e imágenes. Nuestra educación se encarga de parcelar estos datos, de modo que los entendamos como partes y de a poco dejemos de percibir el todo.

II

Hablamos de nuestro cuerpo como si no fuéramos eso. Hablamos del espíritu como si este no proviniera de la materia. Y esa desintegración cotidiana, común y poco vista por nosotros es la que nos quita día a día nuestro poder real, ese que nos hace ser quienes somos.
Me cuesta ver cómo desde un punta de vista político se habla de transformar el mundo en un lugar justo, diverso y creativo, cuando carecemos de autopercepción y de integración propia, con todos y todo lo demás. El mundo no se puede cambiar con palabras y con acciones que emanan de las palabras por más esclarecedoras que parezcan. Ninguna revolución triunfó plenamente porque negó de manera implícita que todo cambio es permanente y dinámico, porque cuando se aquieta, todo vuelve a ser poco vital aunque las estructuras sean diferentes.
Cambiar las estructuras no es en principio cambiar la escencia. Destruir algo no implica que lo que se construya sea lo que necesitamos. El mundo opera de ese modo y no tiene nada de revolucionario. Los llamados desarrollistas, los trasformadores de nuestro hábitat urbano, demuelen constantemente viejos edificios para instaurar el progreso de la civilización. Y cada vez hay menos cielo, menos verde, menos aire y más entorno artificial. La naturaleza desintegra pero lo hace para integrar sin un proyecto en si. Aún cuando un terremoto devasta luego reelabora el ambiente.

III

Un juicio de valor obstruye la percepción profunda. Nos anticipa algo que no necesitamos anticipar. Nos deshabilita para elegir observándonos y nos satura de palabras que nos detienen en pensamientos, lejos de la experiencia constante. Y así de lejos como estamos nos vamos volviendo partículas incapaces de relacionarnos y de potenciarnos. Mientras algunos pocos, disfrutan del banquete que se proveen con la destrucción, que también es su destrucción.

viernes, 9 de marzo de 2012

INTEGRACIÓN O DEPENDENCIA

I

La escena cada vez mas fragmentada de la vida actual, ayuda a que vaciemos nuestro interior sin ser concientes de esto y lo llenemos de sensaciones que podrían ser clacificadas de evasivas. Mi caso es uno de tantos pero si lo comparo con anteriores momentos propios podría decir que cada vez menos me conecto con la desconexión. Esto puede ser cuesta arriba y de hecho lo es, porque cuando la evasión se va llega la conciencia y esta se va ampliando a medida que me reconozco en este aquí y en este ahora. Somos presente, gracias a un pasado y con posibilidades de futuro, pero la vida es ahora y acá, en cada uno de nosotros.
Sentir y aceptar lo que se siente no es tarea sencilla. "Fácil" viene del latín fácilis, "que se hace o está hecho" por lo tanto su opuesto podría ser "lo que no está hecho" y por eso hay que crearlo o afrontarlo mediante el hacer. Dicho de otro modo, lo fácil es lo que repetimos diariamente sin proponernos una innovación, mientras que lo difícil es todo lo que está por hacerse. Hoy predomina la primera opción, la tendencia es esa: rápido, sencillo, sin conflicto y mejor aun si es divertido.

II

Olvidar es una función necesaria de nuestro ser tanto como lo es la de recordar. Ambas están sobresaturadas y cada una demonizada.
No podríamos vivir integrados si nos provocáramos recuerdos dolorosos, con el solo afán de mantener la memoria viva. Por otro lado, si solo recordáramos lo inmediato, estaríamos sujetos a lo que solo el momento nos muestra, de esa manera estaríamos empoderando a los que destruyen la memoria en pos del progreso. Si vivimos del dolor y del pasado estaremos anulados para lo difícil, para lo que aun está por hacerse y sucede en el presente. Si por el contrario solo recibimos las señales del momento sin reconocer su historia, viviremos como marionetas de impulsos y datos del exterior que no nos dicen nada sobre su origen. Como sea de una manera o de otra seremos sujetos fáciles de desintegrar de la trama social y por lo tanto vulnerables a las decisiones de otros.

III

El ser integrado es el que tiene el conocimiento anterior al momento que vive, recibe los estímulos del ahora con plena conciencia y se proyecta hacia adelante sin esperar nada del futuro mas que poder construirlo pasa a paso. De esa forma estaremos conectados con nosotros y con los otros, potenciándonos, recreándonos y viviendo mas plenamente lo que sucede, lo que hay y lo que no hay, sin creernos una historia sino haciéndola día a día.